Laudatio de Pere Portabella

Por Julio Pérez Perucha    

A los que pensamos, quizás pecando de optimismo, que el cine es algo más que un simple entretenimiento (realizado en muchas ocasiones con el propósito de idiotizar a quien lo consume), y que su destino se encamina a interpretar y modular la realidad buscando contribuír al bienestar (o a la felicidad) de la gente, no deja de sorprendernos el cine de Pere Portabella (Figueres, 1929), cuyos diferentes aspectos y vertientes –productor, director / guionista, agitador, propagandista, docente por horas, organizador...- proponen modelos de intervención práctica y teórica adecuados al momento político e histórico en el que ven la luz y se difunden, destilando además un conjunto de procedimientos formales que potencian el alcance de tales intervenciones. Así, su trabajo podría agruparse en diversos segmentos (complementarios: episodios de un mismo discurso estético, cultural y político), cuya pertinente condensación nos llevaría a postular que la “fábrica de cine” Portabella se presenta como un diamantino alambique.

            Formado en ámbitos de la vanguardia plástica (“Dau al Set”) Portabella inicia en 1959 una breve pero fulgurante carrera como productor donde, cómplice necesario de los cineastas responsables (Saura, Ferreri, Buñuel, Esteva, más tarde Guerin) preconiza el realismo –conjugado bajo modalidades diferentes de un tronco común- como remedio de los males del cine (y  de la sociedad) española. Inmerso en tan programático y prometedor sendero, Portabella nos irá ofreciendo una inquieta y distante reflexión sobre una entonces llamada “Escuela de Barcelona” (sobre todo a través de dos títulos) y un original y heterodoxo pero contumazmente discontinuo cultivo del documental de arte; y también se mostrará como arquitecto de un breve, brillante y explosivo grupo de filmes (destaquemos esa pieza de convicción del cine español, y occidental, que es “Umbracle”, y su posterior reconsideración bajo el título “Pont de Varsòvia”) puestos en pié desdeñando e impugnando las normas de la Administración franquista –situándose, por tanto, en la clandestinidad- y orientados desde un rupturista experimentalismo narrativo oportunamente aplicable tanto a universos ficcionales como, llamémosle así, documentales. Impulsor aun de grupos de cine militante y realizador él mismo de algunas de sus propuestas más monumentales (“Informe general...”); profesor, entre 1969 e 1972 en los viveros vanguardistas “Aixelá” e “Institut del Teatre”; animador de debates y asambleas sobre los problemas industriales, culturales y lingüísticos del mundo artístico y cinematográfico; colimador de cruzamientos y mestizajes político culturales (antifranquistas-revolucionarios-vanguardistas); senador (1977-1982) y diputado (1980-1984), tras participar significativamente en organismos unitarios antifranquistas (1966-1977)...a nadie que lea esto le sorprenderá saber que la Asociación Española de Historiadores del Cine haya recibido con alborozo la noticia de que Portabella nos honraba con la aceptación de nuestra Medalla de Honor (a las aportaciones al desarrollo del Cine Español) en su edición de 2003.

 

Julio Pérez Perucha

 

Homenaje de la AEHC a P. Portabella. Filmoteca de Catalunya, Barcelona, octubre de 2006. De izquierda a derecha: Félix I. Fanés, Esteve Riambau, Carlos Losilla, Pere Portabella, Julio Pérez Perucha, Roc Villas y Ramón Font.

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